martes, 23 de febrero de 2010

Espere en la línea / spider

- Radio Centro, buenas tardes...


- Esteee... sí... ¿Ahí es la estación "La Potranquita", verdad? quiero que me complazcan...


- Claro que sí. La comunico con Jorge. Por favor, espere en la línea...


Youfuckinidiot.


Esa frase vieja y trilladísima seguía causándole problemas a Lucas. "¿Me complaces?" El único que parecía darse cuenta era Sergio, el del programa de las bromas pesadas de la hora de la comida. Ese que albureaba tanto a la gente que Lucas todavía se preguntaba como es que tanto estúpido llamaba complacido para ver cuestionada su masculinidad. Pero Jorge era diferente, les contestaba coqueto, encantado, y las mujeres quedaban tan contentas que volvían a llamarle aunque no hubieran programado la cumbia de su preferencia.


Jorge era más feo que una vaca vieja vista por abajo. Obeso, de facciones parecidas a las de la popular cabeza olmeca, y una piel de color irregular, con una que otra marca de acné o varicela. Tenía además la sangre por demás pesada. Pero tenía algo que encantaba a todos: su voz. Día tras día, mujeres cuya edad iba de la adolescencia temprana hasta bien entrada la tercera edad, se hacían ilusiones de que a base de llamadas y perseverancia, se convertían en sus amigas. Y Jorge las olvidaba a todas, tan pronto como cruzaba la puerta del estudio para irse, seguro a otra de esas pedas donde todos los locutores se dedicaban a incrementar el porcentaje de alcohol en su sangre y a crear nuevos chistes locales.


La verdad sea dicha, Lucas envidiaba a Jorge por una simple razón: tenía un trabajo que no se merecía. Si bien ningún locutor de la estación cobraba un sueldo excesivo, sí era una paga bastante cuantiosa por sentarse un par de horas y decir una sarta de pendejadas. El sueño de Lucas (o Luke, como se llamaba a sí mismo en las fantasías en las que se sentaba con un micrófono delante, listo para empezar a parlotear al encenderse la señal de "al aire"), era tener su propio programa en el que hablara y transmitiera su música preferida: rock y metal. No había un solo programa de metal en la estación. Lo que vendía, como escuchaba numerosas veces, eran las cumbias. Pero esto no le impedía envidiar a Jorge, desde su santuario personal del tedio, ese escritorio donde contestaba llamadas por un sueldo miserable. Odiaba a Jorge. Lo odiaba.


Si todas ellas supieran lo feo que Jorge era, pensaba Lucas, quizá se dieran cuenta lo estúpidas que eran, y dejaría de ser el número uno. Pero aquello era poco probable, ya que Jorge nunca iba a los eventos masivos. Tenía que haber alguna forma, y Lucas tenía que encontrarla...


Y una mañana, al bajarse del camión con su camiseta de Anthrax empapada de sudor, la inspiración llegó. Facebook. MySpace. Las redes sociales. Sería facilísimo crearle un perfil en cada una, o mejor aún, un supuesto club de fans, y subir las fotos de Jorge que estaban en el archivo. Podía agregar un montón de gente, funcionaría mejor si copiaba los nombres de las que llamaban, y las buscaba. Muchas seguro ni tenían Internet. Pero algunas podían utilizar las redes sociales, y estas pocas se asegurarían de transmitir su desilusión a las demás.


La "operación" tomó semanas. Nombre tras nombre, Lucas se hizo de una pequeña base de datos de futuras desilusionadas de Jorge. Y cuando por fin, encerrado en una cabina individual de cybercafé, presionó el botón de "subir", para incluir la fotografía de Jorge en el primer "club de fans", sintió una oleada de triunfo. "Eres pura mierda, Jorge," pensó. "Y además, lo pareces. Espera a que todas se den cuenta".


No pasaron muchos días hasta que Jorge llegó de pésimo humor a la cabina de radio. Lucas sospechaba que los "clubs de fans" con su foto eran el motivo. Y lo constató, tragando saliva, cuando Jorge, el ególatra ídolo de triplay, se le acercó a pedirle consejo sobre formas de pedir que eliminaran sus datos de una red social.


- Creo que no se puede... voy a preguntar...


Y sintió una punzada de culpabilidad cuando Jorge le palmeó un hombro, y se alejó, agradecido. Y cuando hizo el teatro de estar averiguando, Jorge hasta comenzó a tratarlo como algo parecido a un amigo, y lo sorprendió invitándolo a una de las pedas en la casa de Sergio.


Lucas odiaba admitirlo, pero se la pasó bien en la peda. Y a pesar de sí mismo, y de su sobreviviente envidia, pensó que comenzaba a caerle bien Jorge. Y hasta, quién sabe por qué, le dijo que a lo mejor hasta le convenía lo del club de fans, "para hacerse publicidad".


- Eh Luke...! - lo saludó Jorge un día. - Wey, eres un pinche genio!


Lucas lo miró con la interrogación reflejada en el rostro.


- Tenías razón wey! Los de la estación están encantados! Mil fans en cuatro días! Quieren organizar un chat para las chavas. De veras, Luke, que no se qué haríamos sin ti. Sabes un chingo. Deberías de trabajar con los de Merca. Les voy a proponer...


La proposición de Jorge fue rechazada. Pero el chat fue aceptado, y resultó un éxito. La popularidad de Jorge crecía más que nunca, y, aunque sólo Lucas lo sabía, se la debía a él.


- ¿Sabes una cosa, wey? Nunca le he dicho esto a nadie. Yo no quería poner mi foto en ninguna parte, ni ir a los eventos, porque me sentía feo. Pero el día que me dijiste lo de que me servía de publicidad, pensé que tenía un problema. Ya sabes, wey, la autoestima. N'ombre wey, hice mucha introspección ese fin. Pero tenías razón. Me di cuenta que lo importante es que nos aceptemos a nosotros mismos. Eres con madre wey. Les voy a decir que te suban el sueldo.


Esa proposición también fue rechazada, a pesar de que el trabajo se incrementó conforme aumentaba la popularidad de Jorge. Y el colmo, la gran sorpresa, se la llevó ese fin de semana.


- Wey, a que no sabes. Estuve pensando en ideas, y se las comenté a los dueños, y además de mi programa, voy a tener dos veces por semana un programilla de superación, acá con música y pensamientos chingones. Mi vida está cambiando mucho, wey, y estoy aprendiendo un chingo. Gracias por todo wey. Bueno, te dejo. Ya me voy a meter, oye, porque en tres minutos entro al aire. No se te olvide que el sábado hay peda en la casa del Checo. Gracias, wey, "de veritas". Oye, está sonando la línea uno. Bye wey.


- Radio Centro, buenas tardes...


- Hola! Sí, este, llamo para felicitar a Jorge por su programa nuevo, el de "Momentos Especiales" Qué chido! ¿Me lo comunicas, "porfis"?


- Claro que sí. La comunico con Jorge. Por favor, espere en la línea...

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