sábado, 5 de diciembre de 2009

Ante la entrada de la puerta del convento / RubberCherry

Ante la entrada de la puerta del convento se sentaba casi todas las tardes. No era una niña particularmente traviesa, pero siempre estaba metida en problemas, Dios sabe por qué. Una vez se quedó colgada, enganchada de un tornillo que se le clavó en la muñeca y se quedó atorado entre los tendones y la carne. Todavía se le ve la cicatriz, clarita como si hubiera sido ayer. También estuvo a punto de ahogarse en el lago, cuando se quedó atrapada entre las algas. Y así, una tras otra, su vida se ha ido armando de enredos, enganches y atorones. Contrario a lo que la lógica podría dictar, hoy es una mujer resuelta, con sólo los rencores normales, con sólo los recuerdos de quien ha viivdo 56 años. Siempre le ha gustado tener "lo necesario". No busca los lujos y los placeres futiles de la vida. Se engancha, más bien, de los grandes acontecimientos de la vida, esos que provocan el llanto. Se engancha, más bien, de tornillos y algas de lago.

3 comentarios:

  1. Encuentras y describes gente con la habilidad del buscador de oro en un río.
    Espero también engancharme con tornillos y algas de lago. :)

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  2. Concuerdo con Coatl!! Tienes no sólo gran visión, sino tambien poesía en ella :)

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