sábado, 5 de diciembre de 2009

Ante la puerta de la entrada del convento/Coatl

Ante la puerta de la entrada del convento, Francisco Nasar se levantó por quinta vez.
No tiene nada de malo levantarse frente a la puerta de entrada del convento, excepto si se esta muerto.

Mugroso, terco, decia su suegra, Doña Cleotilde. después de la segunda vez que se levanto, en el velorio, olvido el respeto.

Lo decía con un poco de justicia, Francisco Nasar era algo terco y el pueblo lo sabia, desde que llegó tuvo gran exito en el pueblo gracias a su necedad.

No quiero morir, no quiero quedarme quieto. fueron sus ultimas palabras, que preocuparon a todo el pueblo, pues si alguien podía retar a la muerte, era Francisco Nasar.

El aprendiz  que preparó al muerto dio un grito del susto cuando por primera vez se levanto el difunto.

"Rigur mortis" Dijo el medico, con la misma parsimonia  con la que da diagnósticos a los enfermos. solo que ahora no iba a curar al paciente, sino al muchacho espantado.

Doña Cleotilde no se lo creía... Hay que cremarlo dijo después de que dio el ultimo suspiro, y aunque sabian que eso no era de cristianos, nadie se sorprendió, Doña Cleotilde haria cualquier cosa para acelerarle la entrada al infierno...

¡Pero si eso no es de cristianos! sollozaba la pobre Viuda, y respetándola, se hizo el hoyo en Campo Santo.

Primero se levantó con el aprendiz, otra vez en el velorio, después interrumpió la misa 2 veces, el colmo fue cuando al levantarse por ultima vez, Ante la puerta de la entrada del convento, golpeo la tapa del ataúd y le  pego al padre. que enojado y aturdido dijo:

A ese muerto terco no lo entierro.

Con resignación la viuda llevo al cadáver de Francisco Nasar  al crematorio. dio dos saltos mas, pero la carne obcecada  pronto se convirtió en carbon, dos hora mas tarde le entregaron su cajita de cenizas. habia canjeado con el padre la tumba del cementerio por un nicho en el convento.

En cenizas y encerrado, en este pueblo se mantendrá quieto. -Pensó el padre satisfecho.

La viuda se dirigía al convento de regreso  con pasos cansados y cohibida por las miradas del pueblo harto del muerto inquieto, alguien le grito: " Ya que se quede quieto" , y con tremendo susto ante la puerta de la entrada del convento, se le cayo la caja, y las cenizas se regaron.


Un viento fuerte soplo, y a todos les toco la polvareda, mezcla de viento, tierra y cenizas del Francisco.


¡TERCO, OBSTINADO, ¡NUNCA TE QUEDASTE QUIETO! Grito al aire la viuda cansada y enojada, que resignada, ni pensó en barrer lo poco que quedaba del muerto. Si se quiere quedar asi, que se quede. 


Y así, en el pueblo cada vez que un niño no se queda quieto, ó alguien no quiere salir de una idea, o aceptar la razón, le dicen:

"Se me hace que ya respiraste, a Francisco Nasar"

4 comentarios:

  1. Aaay, Carlos. Soy fan de tu relato. Cabrón. Fan.

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  2. :) ¡Muchas gracias Heike! ñ_ñ, espero que te haya sacado una pequeña sonrisa :)

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  3. Jajajajaja!!! Excelente cuento, pobre del necio al que no dejan necear... Felicidades!!!

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  4. jajaj Gracias rafa. A mi por eso también me van a cremar ñ_ñ

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