sábado, 5 de diciembre de 2009

¿A la entrada del convento? / Sabina

Una tarde agitada, tu equipaje y el mío, tacones, falta de costumbre, marcas de helado por todas partes y el lindo calor que acompaña la semana de pascua, rondabamos las calles del centro. De ambulabamos y charlabamos tranquilamente.
En medio de nuestro deambular encontramos la puerta de un convento, frío lugar, enorme para ti. ¿ Qué es esto? preguntaste con tu carita de pregunta que tanto me gusta pues esta aderezada de inocencia, de espontaneidad, de lindura... - un Museo - contesté.. ¿hay dinosaurios? ... -mmm sí, volvi a resolver tu duda - ¡Pues vamos a buscarlos! y presuroso cruzaste la puerta.
Aquel recinto era lo más grande que habias visto en tu vida, entramos y revisamos cada sala.
En alguno de los caminos había unas huellas dibujadas en el piso, verlas te ilumino la cara. Sigamoslas dijiste y me jalaste de la mano... a cada paso pensaba en la respuesta que te daría si no encontrabamos lo que buscabas... en uno de los salones había unos estantes con libros, una biblioteca, todo estaba de nuevo de tu tamaño.
¡Dinosaurios! exclamaste con alegría, en el estante del principio había libros de aquellos animales prehistóricos que andabas buscando, tomaste un libro y me pediste que te lo leyera.
Nos sentamos en un rincón y comencé a leerte los pormenores reptileanos de aquel descubrimiento tuyo. Por otro lado yo descubrí la importancia de tener los ojos abiertos para disfrutar las pequeñas cosas de la vida, me sentí como parte de algún capítulo del Principito.
Leímos, nos reímos y fuimos a casa.

2 comentarios: