miércoles, 17 de marzo de 2010

Del jardín Zen / RubberCherry

Ya saben que a mí sólo se me da la literatura anecdótica, así es que... ahí les va.

Estaba decidida a instalar un jardín zen en la azotea de mi casa, en la San Miguel Chapultepec. Lo tenía todo listo. Presupuesto, medidas, modelo, materiales, proveedor y un largo etcétera. No me creerían si les dijera todo lo que se requiere para un pequeño espacio de recreación. En fin. Como les digo, estaba convencida, feliz y muy emocionada.

Cuando le conté al que en ese entonces era mi novio sobre mi malévolo plan, en dos patadas me lo echó abajo: "¿De dónde sacaste la idea del jardín zen? ¿Para qué lo quieres? ¿Para que sea el arenero de los gatos de la colonia? ¿Para que tu techo se llene de humedad? ¿Para que tengas que limpiar las hojas del eucalipto que tienes enfrente? ¿Para que ni lo uses? ¿Para gastarte 10 mil pesos en una pendejada? ¿Para que tus gatas pasen más tiempo afuera que contigo? ¿Para llenarte de bichos, que te encantan? ¿Para que eventualmente el aire se lleve toda la arena y les cagues a tus vecinos?".

Cancelé mi plan. Me quedé con las ganas de mi jardín zen. Y ahora que vivo en departamento y no en casa... igual me dan ganas de ponerlo. Aunque sea en el baño.

1 comentario:

  1. Primero en la lista que promete llevarte una piedra bonita si lo pones, por favor. (y espero que lo hagas)
    :)

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