sábado, 6 de marzo de 2010

Un sinsentido nutricional / RubberCherry

Todos los días es lo mismo. Desde que me levanto Tábata empieza a pedirme comida. Maulla con intensidad, buscándome la mirada desde su cortísima estatura, con esos ojos que tanto se parecen a los míos. Ñaaaa, ñaaaaa, y me saca de quicio.

Todas las mañanas le explico que tiene que esperar hasta la noche. Ñaaaa, ñaaaaa.

Vuelvo del trabajo por las tardes y, desde que meto la llave en la cerradura, la puedo escuchar exigiendo su porción de latita. Entro, la ignoro y muchas veces me encierro en mi cuarto, dejándola afuera y pensando: "Necesito mis minutos sola, y eso incluye gatos".

Ñaaaaa, ñaaaaa, y conecto el iPod. Ñaaaa, ñaaaaa, y me meto a bañar, emputada porque no me gusta que se me impongan, que me exijan.

Hasta que un buen día lo descubrí... Tábata se ocupa de llenar sus vacíos emocionales con comida. Es tan inteligente que no pudo librarse de las afecciones humanas. Descubrí, después de varios ejercicios, que si la cargo y la acaricio por sólo unos cuantos minutos, deja de llorar tanto como si estuviera satisfecha; ronronea y entrecierra los ojos, mueve la cola con ritmo y... se calla.

Y entonces podemos estar en el mismo cuarto, en silencio, juntas.

2 comentarios:

  1. Que chido, y si, la neta los gatos son lo máximo en cuanto a sus relaciones, (justo escribo con mi gata al lado, en SU silla).

    jajajaj fan del berrinche durante el baño V.S. el gato.

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  2. Estoy aplicando tu tactica con Dumas... pero el pide una media hora de mimos, ser su colchon y mas y mas... empiezo a creer que lo tengo malacostumbtrado

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